
El mármol es una de las piedras más usadas en revestimientos desde la antigüedad. Se trata de una roca caliza metamórfica, de grano muy fino, gran densidad, y dureza. Con la utilización de esta piedra se pueden obtener acabados de gran belleza gracias a su veteado y a la facilidad con la que puede ser pulido hasta lograr un aspecto brillante.
Está indicado en:
- Recubrimiento de paredes, tanto interiores como exteriores, por su gran belleza, y por la sensación de limpieza que transmite su brillo.
- Escaleras y suelos interiores en los que se desee dar un toque de distinción y elegancia.
- Elementos ornamentales dentro del hogar como por ejemplo barandas, columnas, etc.
Por el contrario no es tan adecuado en:
- Cocinas u otros ambientes en los que tanto la humedad como la temperatura puedan ser elevados.
- Lugares donde puedan producirse salpicaduras de líquidos corrosivos, manchas de grasa, etc.
- Suelos por los que vayan a transitar objetos pesados, coches, o incluso por los que habitualmente pasen mascotas. La orina de un perro o de un gato puede llegar a dejar una mancha permanente.